martes, mayo 16, 2006

Motivo IV - La ventana

Tengo un hijo tan cansado como su padre. Me dice: "mi cabeza no puede parar de pensar". Su cabeza.
Debería contarle que su padre, de tanto pensar, se convirtió en ese pedazo de cabrón calvo y amargado que tiene delante y que no se atreve a tratarle ni como a un hijo ni como a nada, pero que cuando no se da cuenta le observa fascinado y encuentra en él lo poco de bueno que una vez tuvo y que decidió guardar para sí, como esas cosas que sólo hacemos cuando nadie mira y que acabamos olvidando, como olvidamos que a veces, en el colegio, nos paseábamos desnudos al amanecer mientras todos dormían. (Os hablo de libertad, pero no estoy seguro de hacerlo claramente o de si queréis entenderme).
Mi hijo es un magnífico dibujante. Ha dibujado una casa, pero no encontraréis en ella:
- coche aparcado fuera
- sol sonriente (tampoco una nube)
- puerta
- chimenea (de esas que humean con un par de líneas onduladas)
Sólo hay una ventana. Es enorme y el dibujante ha querido que notemos que está cerrada, aunque permite reconocer el interior:
Una lámpara, un sillón y una biblioteca: la arquitectura de un salón.
Alguien está sentado en el sillón. Es un hombre que no lee un libro que tiene en el regazo sino que mira fijamente a través del cristal.
Nos mira.
Un hombre que es sólo mirada. Una nada que te alcanza profundamente.
El dibujo no tiene colores.
Y yo soy ese hombre.

1 comentario:

... dijo...

quiero ver el dibujo, papa, enseñame el dibujo...porfa porfra el dibujo papi, porfa!